POESÍA Y SONORIDAD.

© Iván T. Contardo
 
 
La Poesía es música, es audible, impresiona al oído, ya sea para agradar como para impactar. Baste escuchar unos poemas, del estilo o época que provengan, siempre nos conquistarán por su sonido. Es que en sus inicios la Poesía estuvo unida a la Música y aún pervive esta ligazón. Hoy el poeta quiere demostrar que no necesita de instrumentos musicales o melodías que le acompañen para defender su palabra; el gran amor del poeta es la Palabra. Pero, de uno u otro modo, existe esta hermandad entre ambas artes, las diosas griegas Calíope y Euterpe. Sin embargo la Palabra no sólo se escribe, también se lee, se vocaliza, se pronuncia en voz alta, se declama, y cuando esto último sucede la Palabra es sonido, armonía al oído de quien la escucha, agrado o rechazo del auditor. Por ello es recomendable para quien escribe Poesía, revisar sus versos leyéndolos en voz alta para sí mismo y así poder descubrir cacofonías, repeticiones de palabras, rimas internas, desarmonías, en fin aspectos que hacen daño a la comunicación estética que en definitiva es el hablar poético. Los poetas llamamos “ripio” a esas palabras superfluas o frases hechas, lugares comunes, que se usan con el objeto de completar un verso o de lograr una rima fácilmente. Tales palabras degradan la calidad del poema. 

Examinemos algunos versos conocidísimos y observemos su musicalidad:
 

Coplas a la muerte de mi padre.
(fragmento)
Jorge Manrique
1477 siglo XV 

I.

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo pasado
fue mejor. 

II.

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s’es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por pasado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de pasar
por tal manera.

 

Poema 20
De Veinte Poemas de Amor y una canción desesperada.
Pablo Neruda
1924 siglo XX 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo; “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
El viento de la noche gira en el cielo y canta. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberle perdido. 

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
 

Epitafio
De Poemas y Antipoemas
Nicanor Parra
1954 siglo XX 

De estatura mediana,
Con una voz ni delgada ni gruesa,
Hijo mayor de un profesor primario
Y de una modista de trastienda;
Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;
De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca de ídolo azteca
-Todo esto bañado
Por una luz entre irónica y pérfida-
Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y de aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia! 

Todo poema contiene elementos sonoros que producen en cierto modo un efecto musical. En principio, a pesar de que pueda practicarse como un arte solitario, siempre tendrá la intención en última instancia de ser recitada. Aquellos elementos sonoros son el ritmo, la rima, el verso y la estrofa. Podremos en el versolibre prescindir de estrofas, versos y rimas, pero nunca escaparemos del ritmo. La poesía es un fluir de ideas y sentimientos por medio de palabras, las que se disponen de tal forma que estructuran esquemas sonoros, repeticiones del acento a intervalos regulares.  

En las “Coplas a la muerte de mi padre” el poeta detiene el flujo del sentimiento en los versos “contemplando / tan callando; / da dolor; / fue mejor”, enfatizados por una rima consonante.  

Ritmo es lo que da musicalidad al verso y está determinado por los acentos y sus pausas interiores. Es el caso de algunos versos que llevan en su interior un silencio, una pausa llamada “cesura”, la que los divide en dos porciones, los “hemistiquios”, como en algunos versos de este poema de Neruda:  

“Yo la quise, y a veces ella también me quiso. / Ella me quiso, a veces yo también la quería. / Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. / Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.” 

La pausa final del verso es obligatoria y se manifiesta en la leve cadencia de la voz al terminar cada línea. Cuando esta pausa final no está señalada porque el sentido continúa en el verso siguiente, se dice que el verso está “encabalgado”, como en el caso de “Epitafio” de Parra:  

“Con un rostro cuadrado / En que los ojos se abren apenas / Y una nariz de boxeador mulato / Baja a la boca de ídolo azteca” y “Fui lo que fui: una mezcla / De vinagre y de aceite de comer”. 

El encabalgamiento únicamente se da cuando por sintaxis es necesario el verso siguiente para comprender la idea. 

El remate o desenlace del poema, juega un rol sonoro de fuerte impacto en la lectura del poema. Por ejemplo, el “Poema 20” finaliza así: 

“Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberle perdido. 

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.” 

Aquí los segundos versos de estos dísticos riman en modo consonante: “olvido-perdido-escribo”. 

Ritmo es musicalidad, combinación y sucesión de voces y cláusulas, pausas y cortes del poema. El ritmo del poema se da basándose en la regularidad de los acentos. En los versos hay sílabas con una mayor intensidad en la voz. Es un ritmo parecido, no igual, al de la Música. Esto implica que en el verso existen sílabas que tienen una mayor intensidad que otras: 

“Pues si vemos lo presente / cómo en un punto s’es ido / e acabado, / si juzgamos sabiamente, / daremos lo non venido / por pasado.” 

En el Poema 20, Neruda abre el texto declarando: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche.” ‘Escribir y tristes’ son las palabras más sonoras de esta frase, ambas contienen una sílaba combinada con r: “cri” y “tris”. Luego explica lo que puede escribir: “Escribir, por ejemplo; “La noche está estrellada, / y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”. La noche tiene un sonido, vibra en la t de ‘estrellada / tiritan / y astros’. Las frases “La noche está estrellada...” hace un juego sonoro inverso con “El viento de la noche gira”. Así describe el escenario en el cual escribe y nos sitúa allí: “El viento de la noche gira en el cielo y canta.”  

Finaliza esta apertura repitiendo el verso inicial “Puedo escribir los versos más tristes esta noche.” Después procede a presentar y relacionar los dos personajes del poema: el amante y la amada, dos instrumentos que emitirán diversos sonidos, según las circunstancias emocionales. Destaca esta dualidad estructurando el texto en forma de estrofas de dos versos.  

La Poesía es una forma de lenguaje, diferente al lenguaje coloquial o al lenguaje culto de la narrativa. Una de las características más significativas de la lengua poética es su musicalidad o sonoridad. 

El poeta Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990, señala en su obra “El Arco y la Lira” sobre el ritmo en la Poesía: “El ritmo poético es la actualización de ese pasado que es un futuro que es un presente: nosotros mismos. La frase poética es tiempo vivo, concreto: es ritmo, tiempo original, perpetuamente recreándose. Continuo renacer y remorir y renacer de nuevo. La unidad de la frase, que en la prosa se da por el sentido o significación, en el poema se logra por gracia del ritmo. La coherencia poética, por tanto, debe ser de orden distinto a la prosa. La frase rítmica nos lleva así al examen de su sentido. Sin embargo, antes de estudiar cómo se logra la unidad significativa de la frase poética, es necesario ver más cerca las relaciones entre verso y prosa.”

 

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