LA MOTIVACIÓN A ESCRIBIR.
© Iván Contardo
¿Qué
nos motiva a escribir? ¿Cómo nos inspiramos a escribir? Motivación se define como una cosa que nos anima a actuar o
realizar algo. Alguien puede sentirse muy motivado a ayudar a los necesitados
porque ha vivido situaciones de necesidad en carne propia, o porque sus
convicciones filosóficas, sociales o religiosas le impulsan a ello. Así también
sucede con las artes y específicamente con la
poesía; la persona se siente inclinada a escribir sus emociones,
pensamientos, vivencias e inquietudes más profundas de su ser, trasladar al
papel su intimidad. Le motiva una necesidad interior, a veces un desafío
personal o externo a realizarlo.
Esta
motivación a escribir la llamamos también inspiración.
Es el estímulo o lucidez repentina que siente una persona y que favorece la
creatividad, la búsqueda de soluciones a un problema, la concepción de ideas
que permiten emprender un proyecto, etc. se aplica la palabra inspiración
especialmente la que siente el artista y que impulsa la creación de obras de
arte. De pronto surge en la mente del poeta la inspiración que le impulsa a
escribir y plasmar en un texto todo lo que siente.
Pero
no debemos dejar nuestra escritura librada a momentos esporádicos de
inspiración sino buscar los mecanismos que hacen surgir esa inspiración, es
decir motivarnos a escribir. El verdadero poeta escribe siempre, con o sin
inspiración. Por eso es conveniente siempre andar trayendo en la cartera, lápiz
y libreta, donde anotar cualquier idea repentina, alguna imagen que vimos, una
palabra o frase que nos llamó la atención, en fin cualquier elemento que pueda
servirnos luego para desarrollar un poema.
Algo
muy importante es alimentar nuestro cerebro con la lectura de buenos poetas,
novelistas, ensayistas, dramaturgos, además de diarios y revistas de cultura.
Esta aportará material para nuestra reflexión e inspiración a escribir nuestros
propios textos. Particularmente es para los poetas leer los siguientes vates,
recomendados por mi maestro Luis Valle Abarca. Poetas chilenos: Enrique Lihn, Rosamel del Valle, Juvencio Valle,
Braulio Arenas, Miguel Arteche, además de los más grandes como Neruda, Mistral,
Huidobro y Parra; Jorge Luis Borges de Argentina;
Mario Benedetti de Uruguay; los cubanos Nicolás Guillén y José Martí;
el nicaragüense Ernesto Cardenal;
los franceses: Paul Verlaine, Charles
Baudelaire, Jean-Arthur Rimbaud, Saint-John Perse y Jacques Prévert; de Italia: Cesare Pavese, Salvatore
Cuasimodo y Eugenio Montale; el norteamericano
Walt Whitman; y por último los españoles:
Gonzalo de Berceo, Fray Luis de León, Luis de Góngora, Lope de Vega, Marqués de
Santillana, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Manuel
Machado, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Miguel Hernández, Gustavo Adolfo
Bécquer, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Blas de Otero, José Hierro y Ángel
González.
No hay tema prohibido para la Poesía, todo está
permitido siempre que se enfrente con buen lenguaje, rico y creativo. Todo
suceso, sentimiento y meditación puede dar origen a un texto lírico. Revisando
mis propios versos me he percatado los temas que me han motivado a escribir. He
aquí algunos: El amor en sus innumerables posibilidades y momentos; la
nostalgia de personas, situaciones, tiempos pasados; la soledad, la muerte o el
duelo; la frustración, la desesperanza; un paisaje; la ternura de un recién
nacido; un verso propio o ajeno; distintos objetos; una frase interesante
escuchada por ahí o escrita en un periódico; la ciudad natal, el barrio, el
entorno; sentimientos negativos o positivos; personajes, oficios, profesiones;
las artes, la pintura, la música, la arquitectura; sueños, fantasías; hechos
autobiográficos, biografías; películas, etc., etc. Son infinitas las
posibilidades de motivación para la escritura de poemas, aunque en cierto modo
los grandes temas son pocos: El amor, la muerte, la vida, Dios, la naturaleza,
la lucha humana y la propia Poesía.
Para escribir se requiere un estado especial de
concentración doble: Tanto en sí mismo, la interioridad reflexiva y sensible,
como en el motivo que nos mueve a escribir. Esto implica a veces el silencio de
nuestro cuarto, la tranquilidad de un parque o el bullicio de una calle muy
transitada. Cada poeta o escritor de poesías tiene sus propios gustos. Algunos
se inspiran escuchando un concierto o el ruido de las olas en una playa; otros
requieren completo silencio, mas en verdad deberíamos ser capaces de encontrar
inspiración en cualquier circunstancia. Todo lo que sucede en la vida puede ser
expresado en poesía. Hay poesía en el bus, en los muros, en la televisión, en
la alcoba, en el trabajo...
Más allá del momento y las cosas que nos hacen
escribir, hay unas motivaciones más profundas en el poeta, las que tal vez no
son tan fáciles de captar, pues más bien corresponden al campo de la sicología.
Portamos ciertas frustraciones, debilidades, algunas experiencias traumáticas,
una hipersensibilidad, inclinación a la soledad o sencillamente una capacidad
especial que es la motivación intrínseca para la Poesía.
Finalmente debo decir que, así como el matemático
ama los números, las operaciones y razonamientos que se logran con ellos; y el
pintor disfruta del color, la forma, la línea y las composiciones visuales que
estos permiten; el poeta ama el Lenguaje,
la palabra, los significados y la morfosintaxis que lo estructura. Los poetas
gozamos con las palabras pues ellas son los elementos con que construimos una
nueva realidad, a veces espejo de la vida, otras una virtualidad paralela con
la que inauguramos otros mundos para expansión de nuestras almas y disfrute del
lector.
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